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Las acequias de Canarias, patrimonio hidráulico olvidado

Acequia Real en Firgas, en la actualidad. Fuente: ciudadano.firgas.es

Las acequias pertenecen al rico patrimonio hidráulico de Canarias, que alcanzó su cénit a finales del S.XIX y mediados del XX. Hoy en día, han quedado en desuso por las modernas infraestructuras y si no las conservamos, supondrá una pérdida de elementos de nuestra cultura y de la memoria del lugar.

El paso del tiempo en las acequias canarias

La gestión y el uso del agua en Canarias ha creado toda una cultura en torno al preciado recurso, que hunde sus raíces en la sociedad aborigen de las islas y que se desarrolla a partir de la presencia europea. Múltiples son los sistemas y estrategias de captación, almacenamiento y distribución tanto para riego como abastecimiento de población aplicados, que en gran medida han dependido de factores geográficos, climáticos, económicos y técnicos a lo largo del tiempo.

Los primeros canarios se las ingeniaron a través de piletas en riscos, eres o pocetas en barrancos, acequias y albercas para captar y distribuir el agua para sus necesidades. Luego, los conquistadores, en las islas realengas (Gran Canaria, Tenerife y la Palma), se repartieron las tierras y aguas.

Cuando se necesitó mucha más agua y los acuíferos comenzaron a sentir los efectos de su sobreexplotación, entre finales del siglo XIX y mediados del XX, al introducirse los cultivos de exportación (plataneras y tomateros), se recurrió a nuevas obras e ingenios hidráulicos (pozos, galerías, presas, canales…), los que tuvieron un gran desarrollo y agotaron los afloramientos de agua. Agotados los acuíferos, a finales del siglo XX, se dictan nuevas leyes, el agua pasa a ser bien público y se presentan alternativas nuevas de generación del agua como la desalación.

Nacimiento de las heredades, impulso de las acequias

Las heredades o heredamientos de aguas nacieron en los repartimientos de aguas y tierras realizados tras la Conquista. El agua que surgía desde las cumbres quedó vinculada a las tierras bajas. Los caudales, una vez abastecidas las necesidades de la población, se encauzaron hacia las plantaciones de cañadulce con sus ingenios, poblamientos cercanos y molinos de agua, así como hacia los sembrados de granos, hortalizas y frutales.

Heredad de Aguas de Arucas y Firgas.

Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. Fuente: Cabildo de Gran Canaria.

La tierra y el agua iban juntas cuando su propiedad comenzó a ser traspasada de padres a hijos o de propietario a propietario por compra-venta. Cada trozo de tierra tenía su proporción de agua de una acequia. Y es que las aguas de cada barranco o cuenca hidrográfica se canalizaban a través de la acequia principal de cada heredamiento y las ramificaciones secundarias.

Pero según avanzaban los primeros siglos de la Colonización, las ordenanzas municipales de las tres islas realengas que regulaban dichos heredamientos o heredades, se adaptaron a una progresiva privatización del agua.

Entre las heredades destacamos por su historia la más antigua, la de Las Palmas, Dragonal, Bucio. El heredamiento del valle de La Orotava, en Tenerife que gestionaba el gran Río de Taoro; la Heredad de la Vega Mayor de Telde, que disfrutaba las aguas que nacían desde Valsequillo y la Heredad de Arucas-Firgas (ambas un paradigma de la historia del agua y sus ingenierías), además de otras también con mucha tradición e historia y un interesante patrimonio hidráulico.

¿Cómo se repartía y se gestionaba el agua de la heredad hacia las acequias?

El agua de cada heredad se repartía a través de las acequias por turnos, denominados dulas, cuya cantidad proporcional a cada partícipe dependía del volumen principal que discurría en cada momento, llamado gruesa de agua. Para ello estaba un oficial repartidor con diversas denominaciones por islas o comarcas (vigilante, acequiero, ranchero…).

Cantonera de agua.

Cantonera de agua.

El principal caudal, la gruesa, avanza por la acequia matriz o acequia real y comienza a ramificarse. Para la distribución adecuada a cada partícipe de su turno o dula se conformó un sistema de medida temporal (día, hora y minuto) que, según su caudal o zona geográfica, tenía y tiene aún diversas denominaciones: azada, cuarta, surco, paja, hilo de agua, pipa, etc.

Para medir con precisión la salida del agua hacia varios puntos se inventaron en Canarias unas obras de fábricas singulares denominadas cantoneras, pesadores de agua o cajas de agua, de las que ya hablaremos en profundidad en otro momento.

La construcción de las acequias y su riqueza patrimonial

Para salvar la orografía más complicada, se abrieron estos túneles o excavaciones a cielo abierto en la roca, bien con canales de madera o con sillares de cantería que, en algunos casos, son verdaderos acueductos sobre arcadas de piedra, como el trazado espectacular construido por el Condado de la Vega Grande en el barranco de Fataga (Maspalomas, Gran Canaria), las arcadas del Barranco de Santos (Tenerife) o el acueducto de Los Siete Ojos en el Barranco de Tafuriaste (Tenerife), entre otros.

Gran Canaria conserva un total de 4.511 bienes patrimoniales hidráulicos inventariados, lo que supone casi el 50% de total de elementos etnográficos, con lo que estamos ante una de las regiones del planeta con más densidad en arquitectura e ingeniería del agua del mundo.

Las acequias principales disponen, a lo largo de su recorrido, de quebraderos para desvíos a otras acequias secundarias; aliviaderos o rebosaderos para evitar que un desbordamiento las destroce; decantadores para retener los sedimentos y filtros en forma de rejas.

En las cartas etnográficas de Gran Canaria se contabilizan un total de 264 acequias, aunque la cantidad real fueron miles y de diverso caudal.

Las acequias de dimensiones reducidas se denominan también tajeas o atajeas, comolas excavadas en la toba blanca de la falda sur del Teide, por Arico y Granadilla, de las más espectaculares existentes.

¿Qué uso tienen hoy en día las acequias, las cantoneras y las heredades?

Las modernas llaves de distribución, en las nuevas redes de tubos de plástico que sustituyen la infraestructura tradicional, han puesto en desuso tanto las acequias como las cantoneras, con grave peligro de desaparición. Es un patrimonio cultural en peligro.

¿Qué se puede hacer para detener el deterioro y posterior desaparición de las acequias?

Lo más importante es que todos seamos sensibles ante nuestro propio patrimonio cultural, conociendo su valor: amamos lo que conocemos, conocemos lo que sabemos y sabemos lo que nos enseñan. Porque por mucho inventariar y legislar (que es necesario) sobre el patrimonio cultural, el desuso y el olvido acaba con todo vestigio cultural, memoria de cada lugar.

“Las acequias le ganan a las lavadoras”

Como curiosidad, compartimos con ustedes un reciente artículo del periódico Canarias 7 en el que se comenta cómo las mujeres del municipio de Valleseco, Gran Canaria, mantienen viva la costumbre de lavar la ropa en la acequia.

La información llegó fluyendo desde: jornadasdeculturadelagua.wordpress.comfotosantiguascanarias.orgcartaetnograficagc.org

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