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El Faro de Maspalomas reabre al público tras diez años cerrado

El Faro de Maspalomas, el más emblemático de Gran Canaria, ha vuelto a abrir sus puertas totalmente rehabilitado tras una década cerrado al público y con el objetivo de ser el guardián de la historia de la Isla a través de un centro etnográfico y la luz que guíe a residentes y visitantes para que conozcan las tradiciones y los oficios artesanos.

El Faro de Maspalomas reabre al público tras diez años cerrado

El Cabildo de Gran Canaria ha recuperado este insigne edificio cedido por la Autoridad Portuaria, uno de los faros más antiguos de Canarias aún en funcionamiento y declarado Bien de Interés Cultural, después de una inversión insular de 1,4 millones de euros para que la ciudadanía pueda volver a recorrer las estancias que diseñó el ingeniero teldense Juan León y Castillo hace 135 años.

Este vigía de 58 metros de altura, que se iluminó por primera vez en 1890 para ser guía de los barcos que surcan el Atlántico, y cuyo edificio anexo fue concebido para vivienda de los fareros, volvió a lucir este jueves en todo su esplendor, casi 130 años después, durante el acto de inauguración a cargo del presidente del Cabildo, Antonio Morales, la consejera de Artesanía, Minerva Alonso, y el presidente de la Autoridad Portuaria, Juan José Cardona. Su fachada se convirtió en una gran pantalla para explicar su historia con imágenes y recrear su proceso de construcción, un espectáculo que no dejó indiferente a los asistentes.

Morales expresó su satisfacción no solo por recuperar este monumento histórico que supone uno de los símbolos de Gran Canaria para el disfrute ciudadano, sino porque su misión en adelante será ofrecer un recorrido por cinco siglos de historia de Gran Canaria y ser escaparate para sus productos, cultura y paisajes. Y lograr esta meta, apostilló, ha sido como una carrera de fondo tras sortear multitud de dificultades.

Queremos que simbolice la unión de nuestra rica historia y el futuro esperanzador que tiene Gran Canaria si navegamos unidos en la conservación de los tesoros que disfrutamos”, expresó con emoción el presidente insular.

Desde los aborígenes al turismo

El inmueble albergará una oficina de turismo y una tienda de artesanía en la planta baja y en la primera planta un centro etnográfico que abarcará del siglo XV al XX, desde la época aborigen y los escritos realizados por los viajeros que pasaron por Canarias y describieron los oficios artesanales de la Isla hasta una sociedad más moderna con el turismo como eje vertebrador.

Y es que el Faro, junto a las Dunas y la Charca de Maspalomas, están en el epicentro turístico de Gran Canaria, por lo que este espacio cultural complementará la oferta de sol y playa y permitirá que los turistas conozcan las tradiciones a través de la producción artesanal isleña, con fotografías, audios y vídeos del fondo documental de la Fedac.

El recinto no solo dispone de un ascensor para convertirlo en espacio accesible, sino que ha sido concebido para que pueda acoger la visita de escolares, pues será uno de sus importantes públicos. Además, fue eliminado el cerramiento de planchas en el patio interior y sustituido por un lucernario que ilumina el recinto.

Las obras, que no estuvieron exentas de contratiempos debido a la aparición de termitas que obligaron a modificar el proyecto inicial, han permitido también rehabilitar la cubierta, que será destinada a mirador para contemplar las vistas del mar, el palmeral de Maspalomas y la montaña.

Exposiciones de artesanía y una casa de muñecas de 1930

A partir de este viernes, el Faro de Maspalomas podrá ser visitado gratuitamente por la ciudadanía de 10 a 17 horas. Hasta que sea adjudicado y ejecutado el proyecto museístico, albergará una exposición de oficios artesanos con las casas rurales de Gran Canaria como telón de fondo para mostrar distintas estancias y dependencias anexas como alpendre y horno, además de objetos de uso cotidiano hasta mediados del siglo XX.

También serán expuestos productos contemporáneos del sector textil inspirados en técnicas artesanas tradicionales elaborados en un taller de la Fedac que persigue dotar a los artistas de nuevas herramientas para la creación. A ellos se suma una casa de muñecas de 1930 con 17 habitaciones.

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