¿Somos consciente de cuánto tardan algunsas cosas cotidianas en degradarse? Te damos algunos ejemplos de lo que ocurre con algunas cosas que no damos importancia porque son muy habituales en nuestro día a día y pensamos que apenas contaminan.
Si se abandona en el campo finalmente no producirá efectos adversos al descomponerse en la tierra.
Es lo que tarda en degradarse el papel, compuesto básicamente por celulosa. Pero tiene otros componentes más difíciles de “digerir” por la naturaleza. Si queda sobre tierra y llueve mucho, se degrada antes. Aunque siempre será mejor reciclarlo para evitar la deforestación.
Si la colilla no tiene filtro desaparecería en tres o cuatro meses; pero si tiene filtro, aunque esté directamente bajo los rayos del sol, puede tardar en desaparecer de uno a dos años. El filtro de los cigarros es de acetato de celulosa y las bacterias del suelo, acostumbradas a combatir materia orgánica, no pueden atacarlo de entrada. Si cae en el agua, la desintegración es más rápida, pero más contaminante.
Es lo que tarda en desaparece un chicle. Además, por acción del oxígeno, se vuelve duro. Con tiempo, varios años, se desquebraja y desaparece.
Las latas de aluminio (cerveza, refrescos, zumos, etc.). Una lata tiene acero recubierto de barniz y de estaño. Se necesita mucha lluvia y humedad para que el óxido la cubra totalmente y, después, desaparezca. Además, el aluminio es un material que se puede recuperar casi por completo.
Las bolsas de plástico tardan unos 150 años en degradarse. Por eso es importante reutilizar bolsas de tela o cartón una y otra vez o, en todo caso, usar bolsas de bioplástico que se degradan de forma natural.
Las pilas, si no se tratan adecuadamente, pueden ser muy contaminantes. Con un peligro añadido. Si la capa protectora que las recubre se degrada, se liberan los metales que contiene y puede comenzar un proceso de contaminación. El mercurio es el metal más nocivo contenido en las pilas. Si entra en contacto con el agua, se produce metil-mercurio, compuesto que se concentra en la cadena alimentaria produciendo graves desórdenes del sistema nervioso en los seres vivos. Según estudios especializados, una pila de mercurio puede contaminar 600.000 litros de agua, una de zinc-aire, 12.000 litros, una de óxido de plata, 14.000 litros, y una pila común, 3.000 litros.
Las botellas de vidrio pueden ser testigos de excepción del paso de todo ese tiempo. Son, en cualquiera de sus formatos, objetos muy resistentes. Con un golpe, se rompen, sí, pero esos pequeños trocitos permanecen en la naturaleza casi para toda la eternidad. Al menos, para la eternidad de nuestra vida, la de nuestros nietos, etc. Además, es reciclable al 100%.
Un ejemplo de que podemos cambiar nuestra manera de consumir y hacerlo de forma responsable es el conocido “Desperdicio cero”, seguro que te parece interesante.
La información llegó fluyendo desde: ecologiaverde.com y huffingtonpost.es
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