En los últimos meses, la Covid ha dejado un panorama desolador a nivel mundial. Sistemas sanitarios al borde del colapso, una economía fragmentada y una esperanza incierta para la ciudadanía. A pesar de que durante los meses en los que estuvimos confinados nuestro medio ambiente sufrió una mejora, viéndose notables mejoras en la calidad del aire, del agua y de parajes naturales, como la observada en Las Dunas de Maspalomas[1], la vuelta a la actividad cotidiana pone en jaque la salud medioambiental de nuestro globo.
Poco o nada queda ya de la regla de las tres R (reducir, reutilizar y reciclar) en cuestión de generación de residuos. Y es que el plástico de un solo uso resurge para instalarse en nuestro día a día, siendo utilizado por millones de personas en todo el mundo como la forma más segura y barata para protegernos y combatir el contagio por coronavirus.
Este aumento, que se ha dado desde el inicio de la pandemia tanto en el ámbito hospitalario como doméstico, ha continuado aun cuando las medidas del confinamiento se han ido eliminando. El uso de guantes, mascarillas y otros equipos de protección individual ante el SARS-CoV-2, además de envases, mamparas y bolsas ha disparado la producción y fabricación de plástico.
Los equipos de protección individual (EPI) se han convertido en un símbolo de consumismo despreocupado, ajeno a su impacto ambiental. Sin embargo, deberíamos de cuestionarnos si el uso de estos plásticos es más seguro que la búsqueda de alternativas más ecosaludables frente a la trasmisión del virus.
La aplicación de gel hidroalcohólico, siempre con más de un 70% de alcohol, junto con el lavado constante y riguroso de manos y manteniendo las distancias de seguridad puede ser más efectivo, por ejemplo, que el uso de guantes de plástico.
De hecho, un estudio reciente demuestra que el SARS-Cov-2 permanece alrededor de 72 horas sobre superficies de plástico, frente al cartón donde permanece alrededor de 24 horas[2].
Hemos trasladado las soluciones médicas frente al contagio a un uso diario, pero las calles no son un quirófano. Es necesario implementar soluciones más racionales ante esta generación de residuos, y fomentar el uso de EPIS reutilizables. No debemos esperar a que se resuelva la pandemia para volver a concienciar sobre la problemática de los residuos.
Uno de los principales desafíos será restablecer las políticas de cero desechos cuando la pandemia finalmente disminuya, aunque existe la oportunidad de que los diferentes servicios de nuestro día a día establezcan opciones de cero desechos y desarrollen sistemas retornables o reutilizables.
No debemos olvidar que la contaminación por plásticos es uno de los principales problemas ambientales del planeta según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicado en 2019 y que la salud de nuestro planeta es responsabilidad de todas.
Investigadora en neurociencias | Linkedin
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[1] Información tomada de prensa sobre las afirmaciones de José Ángel Peña del director del proyecto MASDUNAS. Más información sobre el proyecto en www.masdunas.es
[2] https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc2004973