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Claves para entender la revolución de la economía circular

En solo 15 años, la población mundial pasará de los actuales 7.000 millones de personas a los 9.000 millones, lo que hoy llamamos residuo mañana será necesariamente recurso. Apostemos por la economía circular.

Claves para entender la revolución de la economía circular

La línea roja del progreso: respetar los límites del planeta

Hasta ahora, nuestra economía se ha desarrollado bajo un modelo lineal basado en la hipótesis de la abundancia, la disponibilidad, la facilidad de obtención y la eliminación barata de residuos. Es decir, por crecer a cualquier coste social y ecológico. La economía circular apuesta por cambiar el modo de producción, a fin de lograr que cada producto tenga múltiples ciclos de uso y fabricación, esto es, que los recursos se conviertan en productos, los productos en residuos y los residuos en recursos.

«Nada se pierde, todo se transforma»

La economía circular es, ni más ni menos, la puesta en práctica de esta expresión. El modelo que propone va más allá de reciclaje; no se trata sólo de minimizar o reparar los daños, sino de ir a la raíz del problema. Por ello se relaciona a la economía circular con la filosofía de diseño cradle to cradle (de la cuna a la cuna), que considera todos los materiales involucrados en los procesos industriales y comerciales como nutrientes. Bajo la premisa de la ecoeficacia, consiste en diseñar los productos de tal manera que la esencia del material se mantenga y sea fácil extraer sus componentes para su regeneración o su devolución a la tierra. Sin aportar por el ecodiseño es imposible lograr una extensión de vida del producto y reducir, por tanto, la generación de residuos.

La naturaleza tiene la respuesta

Los ecosistemas y su funcionamiento son el ejemplo a imitar si queremos reconducir nuestro sistema hacia un desarrollo verdaderamente sostenible. La naturaleza teje conexiones, fomenta la cooperación y la interdependencia entre los organismos y construye así ecosistemas prodigiosos y resilientes. No hay que olvidar que otros organismos hacen cosas muy similares a las que nosotros necesitamos hacer. En efecto, el fin último de la economía circular es reproducir la dinámica de la naturaleza.

Disfrutar, antes que poseer

¿Cuántos días al año está vacío el apartamento en la playa? ¿Y cuántas horas al día está el coche privado parado en el garaje? Son ejemplos de por qué compartir es más eficaz desde un punto de vista social y ecológico que poseer individualmente las cosas. La economía circular relativiza conceptos sagrados como propiedad o precio, incentivando el desarrollo de nuevos modelos que separan el crecimiento de recursos potencialmente escasos o volátiles en precio. También fomenta el desarrollo de la economía colaborativa, basada en el aprovechamiento de los recursos disponibles.

El filón de Internet

Hasta ahora, el ciudadano tenía un rol pasivo, basado en su papel como consumidor, pero en esta nueva realidad económica, donde las personas están hiperconectadas, el ciudadano tiene la capacidad de ser productor o prescriptor. Gracias a internet, el ciudadano tiene así nuevas herramientas para que otros aprovechen su talento o sus activos, y hacer un uso más eficiente de sus recursos. Actuar en cooperación a través de la red ha hecho posible que la mayor cadena de hoteles del mundo no tenga ni una habitación, o que la más amplia red de transporte público del mundo no posea ni un vehículo en propiedad.

La economía circular es rentable

Las empresas se están dando cuenta de que reusar y compartir recursos tiene también sentido desde el punto de vista económico. Según datos de la Fundación Ellen MacArthur y de Comisión Europea, las empresas de la UE podrían ahorrar anualmente hasta 600.000 millones de euros si realizan la transición a un modelo de economía circular. Además, se estima que las medidas adicionales que se adoptarán para aumentar la productividad de los recursos en un 30% para el año 2030 permitirán un aumento del PIB de casi un 1% y la creación de 2 millones de puestos de trabajo adicionales.

No hay otra alternativa. Aunque desconozcamos su alcance, de lo que no hay duda es que la economía circular es el síntoma, pero también la cura, de las fisuras de nuestro insostenible sistema de crecimiento. Teniendo en cuenta que, en solo 15 años, la población mundial pasará de los actuales 7.000 millones de personas a los 9.000 millones, lo que hoy llamamos residuo mañana será necesariamente recurso.

Fuente: blog.bayer.es

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