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Opinión | Re-empecemos en verde, por Manuel Ruiz de la Rosa

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Desde hace más de una década, la implantación de energías renovables en Canarias ha ido transformando nuestro paisaje, llegando a formar parte del mismo.

Ese horizonte, que en algunas zonas está redibujado con parques eólicos o la sustitución de invernaderos abandonados por paneles de producción de energía fotovoltaica, nos ha permitido ponernos a la cabeza de la transformación energética que requiere el momento.

Un ejemplo de resultados de esa transformación lo tenemos en El Hierro, referente mundial en autoabastecimiento energético: en el año 2019 las renovables cubrieron el 54% de la generación en la isla, lo que supuso un ahorro de 7.000 toneladas de combustible y la no emisión de 23.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.

El ejemplo lo tenemos en casa, y Canarias debe continuar con paso firme a la descarbonización. Según las previsiones actuales, la potencia eólica instalada en Canarias rondará los 600 MW en 2022, cuatro veces más que en 2017.

Esta previsión no tiene en cuenta uno de los escenarios más prometedores con los que cuenta el archipiélago, que no es otro que el aprovechamiento del mar para la instalación de energías renovables, algo que en los países del norte de Europa llevan haciendo desde hace décadas.

El primer aerogenerador marino de todo el territorio nacional se instaló hace poco más de un año en Gran Canaria, en el Banco de ensayos de la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN), lo que nos ha permitido “adaptarnos” al nuevo paisaje que se prevé en las islas, con proyecciones de instalación de 300 MW en energía eólica marina, según informaba el Gobierno de Canarias en 2017.

Coincide este empuje de las renovables con el desarrollo de nuevas tecnologías, como la eólica flotante, que permite poder implantar parques eólicos en zonas más alejadas de costa, a mayores profundidades, nuevos prototipos de plataformas, como el W2Power, también instalado en Gran Canaria en 2019, u otros sistemas de obtención de energía a través del oleaje, como el que tienen proyectado Bombora Wave Power en Lanzarote, que nos abren nuevos escenarios y ponen a Canarias en la “pole position” de la reconstrucción verde.

Hoy en día, este parón que nos ha obligado a reflexionar y a acelerar nuestras planificaciones, también nos ha forzado a estimular el cuidado al medio ambiente, cuyos objetivos ponen ya la fecha de 2021 como el punto de partida para la implantación de energía eólica marina en España.

Deberemos acostumbrarnos a tener un horizonte dibujado con aerogeneradores, y no ser como  Don Quijote, que luchaba contra ellos como si fueran el enemigo, sino verlos como aliados de la transformación energética y la descarbonización que demanda la sociedad.

Por Manuel Ruiz de la Rosa | Santa Cruz de Tenerife

Director ECOS Estudios Ambientales y Oceanografía | Linkedin

Web: www.ecoscanarias.com

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